No hay relación que pueda jactarse de poseer la felicidad. El amor humano en más ocasiones de lo que quisiésemos, puede doler mucho.
Recuerdo que teníamos demasiadas discusiones que me ponía a pensar si valía la pena soportar un segundo más y me decidí a dejarte, lo había pensado demasiado, ya mi cabeza parecía un molino de viento dando vueltas y vueltas.
El corazón se había hecho frío y duro como una piedra, no lo soportaba más. Te llame, te dije:” Quiero que te sientes y me escuches” Y de manera brutal, te dije:” Quiero que sepas que ya no te quiero, he decidido irme, dejarte, romper, quebrar todo”.
Tu no te inmutaste y me dijiste lo mismo y aun peor; sentí agresión, desprecio si se quiere, pero muy cierto que nos estábamos haciendo daño y la comunicación se había roto hace ya no se cuanto tiempo. Aquella casa, tu presencia, me ahogaban, me oprimían. Era una calma que se había hecho insostenible.
No fueron las mismas palabras, pero tú dijiste prácticamente, lo mismo. Pero estuvimos de acuerdo en una cosa: Aquella relación no continuaría y entonces decidimos pues finalizar.
Me levante de donde estaba y camine unos cuantos pasos y una voz interior me dijo: “ ¿Que si eso era lo que yo quería hacer?”. Pero el orgullo, la estupidez, me hicieron que caminase y me alejase mas y la voz por dentro se hizo mas fuerte, tan fuerte que calo todo mi ser y me dijo:” Eso es lo que quieres hacer ¿Quieres de verdad dejarla?” Y aquel dialogo interior me sacudió tanto que sin querer respondí:” No, no es esto lo que yo quiero hacer.”
Entonces sorprendido de mi mismo voltee a mirarte, pensé que estarías un poco lejos, pero mi sorpresa aun fue mayor cuando me voltee, tu estabas directamente frente a mi y dijiste las mismas palabras: “No, no es lo que yo quiero hacer.”
Entonces te abrasé, me abrazaste y sin palabras nos dimos cuenta que habíamos puesto un muro de espinas entre nosotros y estábamos destruyendo nuestras vidas, nuestra felicidad, nuestro hogar. Estábamos reaccionando de manera necia, inmadura y egoísta y por las razones que fuesen nos habíamos olvidado de lo primordial: que tenemos que dar más de nosotros mismos.
Y una fuerza extraordinaria nos unió y ambos comprendimos que estábamos tomando la relación como algo que se da sin esfuerzo, sin dedicación, sin empeño, entonces yo te dije que jamás volvería a decirte esas palabras, que no era lo que yo quería y tu respondiste también que teníamos que aprender a crecer juntos en las buenas y en las malas, y aunque caracteres diferentes, y aun opiniones opuestas, de verdad, había mucho amor pero no lo estábamos dejando surgir y nos habíamos dedicado a pensar de manera personal y egoísta, que no éramos dos personas sino dos corazones que laten como uno y que así había de ser y estar mas vigilantes, cuidadosos y te dije:” Así será, esta luz que ha surgido de tanta oscuridad, jamás se apagara”
De esto ya pasaron años y de aquella crisis aprendimos mucho y tu eres mi corazón y yo soy tu corazón y ambos laten como uno y dicen siempre:” Te amo mi vida.”
..
Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
Arte para reenergizar
Un lugar para orar
Reflexiones sobre el Perdón
E-mail: